Los gatos, si llegan a los veinte años, ya no se mueren:
cierran los ojos con elegancia
(sobre todo si les cantan la canción de los siete deleites al oído)
y se van adelgazando
hasta convertirse en una línea muy fina
y luego en letras
y luego en palabras.
Texto de Berna Wang.
La mirada oblícua
viernes, 30 de noviembre de 2007
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